XII. HAITI

 

ORACIONES A NUESTRA SEÑORA DEL
PERPETUO SOCORRO, PATRONA DE HAITÍ

62. Santísima y siempre pura Virgen María, Madre de Jesucristo,
Reina del mundo y Señora de todo lo creado; que a ninguno

abandonas, a ninguno desprecias ni dejas desconsolado a quien
recurre a ti con corazón humilde y puro. No me deseches por mis
gravísimos e innumerables pecados, no me abandones por mis
muchas iniquidades, ni por la dureza e inmundicia de mi corazón
me prives de tu gracia y de tu amor, pues soy tu hijo. Escucha a este
pecador que confía en tu misericordia y piedad: socórreme,
piadosísima Madre del Perpetuo Socorro, de tu querido Hijo,

omnipotente Dios y Señor nuestro Jesucristo, la indulgencia y la
remisión de todos mis pecados y la gracia de tu amor y temor, la salud
y la castidad y el verme libre de todos los peligros de alma y cuerpo.
En los últimos momentos de mi vida, sé mi piadosa auxiliadora y
libra mi alma de las eternas penas y de todo mal, así como las almas
de mis padres, familiares, amigos y bienhechores, y las de todos los
fieles vivos y difuntos, con el auxilio de Aquel que por espacio de
nueve meses llevaste en tu purísimo seno y con tus manos reclinaste
en el pesebre, tu Hijo y Señor nuestro Jesucristo, que es bendito por
los siglos de los siglos. Amén.

63. ¡Santísima Virgen María, que para inspirarme confianza habéis
querido llamaros Madre del Perpetuo Socorro! Yo os suplico me
socorráis en todo tiempo y en todo lugar; en mis tentaciones, después
de mis caídas, en mis dificultades, en todas las miserias de la vida y,
sobre todo, en el trance de la muerte. Concédeme, ¡oh amorosa
Madre!, el pensamiento y la costumbre de recurrir siempre a vos;
porque estoy cierto de que, si soy fiel en invocaros, vos seréis fiel
en socorrerme. Alcanzadme, pues, la gracia de acudir a Vos sin cesar
con la confianza de un hijo, a fin de que obtenga vuestro perpetuo
socorro y la perseverancia final. Bendecidme y rogad por mí ahora
y en la hora de mi muerte. Así sea.

64. ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Rogad a Jesús por mí, y salvadme.
¡Oh Madre del Perpetuo Socorro!, en cuyos brazos el mismo Niño
Jesús parece buscar seguro refugio; ya que ese mismo Dios hecho
Hijo tuyo como tierna Madre lo estrechas contra tu pecho y sujetas
sus manos con tu diestra, no permitas, Señora, que ese mismo Jesús
ofendido por nuestras culpas, descargue sobre el mundo el brazo de
su irritada justicia; sé tú nuestra poderosa Medianera y Abogada, y
detenga tu maternal socorro los castigos que hemos merecido.
En especial, Madre mía, concédeme la gracia que te pido.

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65. NOVENA A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO
Oración para todos los días

Oh Madre del Perpetuo Socorro, concédeme la gracia de que pueda
siempre invocar tu bellísimo nombre ya que él es el Socorro del que
vive y Esperanza del que muere. Ah María dulcísima, María de los

pequeños y olvidados, haz que tu nombre sea de hoy en adelante el
aliento de mi vida. Cada vez que te llame, Madre mía, apresúrate a
socorrerme, pues, en todas miS tentaciones, y en todas mis necesidades
propongo no dejar de invocarte diciendo y repitiendo: María, María,
Madre mía. Oh qué consuelo, qué dulzura, qué confianza, qué ternura
siente todo mi ser con sólo repetir tu nombre y pensar en ti, Madre mía.
Bendigo y doy gracias a Dios que te ha dado para bien nuestro ese

nombre tan dulce, tan amable y bello. Mas no me contento con
pronunciar tu bendito nombre, quiero pronunciarlo con amor, quiero
que el amor me recuerde que siempre debo acudir a ti, Madre del
Perpetuo Socorro.

Primer día
¡Oh Salvador mío, Jesucristo! Al contemplaros en brazos de vuestra
Madre, veo que en medio de vuestro santo temor os estrecháis con
Ella y me decís a mi que os imite, recurriendo yo también a la que es
mi perpetuo socorro. Quiero, pues, entregarme a Ella sin restricción
alguna. ¡Oh María! Dios ha querido honraros, comunicando al culto
de vuestras imágenes virtud milagrosa. Inspiradme ¡oh Madre
del Perpetuo Socorro! confianza ilimitada en vuestra poderosa bondad.

Medítese y pídase con 9 Avemarías la gracia que se quiera alcanzar en esta novena.

Segundo día
¡Oh dulce Madre mía! Si en vos no viese yo mi perpetuo socorro,
mis pecados me inducirían a temer que no había misericordia para mí.
Pero vos sois la misericordia perpetua: después de Dios en vos quiero
poner toda mi confianza, y desde ahora, me propongo acudir siempre
a vos en todas mis necesidades. ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro!
Dignaos socorrerme en todo tiempo y en todo lugar, en mis
tentaciones y dificultades, en todas las miserias de esta vida, y sobre
todo en la hora de la muerte.

Medítese y pídase con 9 Avemarías la gracia que se quiera alcanzar en esta novena.

Tercer día
¡Oh Señora Nuestra, Madre del Perpetuo Socorro!
¡Cuantos tesoros de gracias y bendiciones proporcionáis
a los individuos y a las familias que a Vos se consagran ¡Oh Madre
mía! dignaos recibirnos a todos como a hijos vuestros y derramar
sobre todas las familias de los que estamos aquí vuestros insignes
favores.

Medítese y pídase con 9 Avemarías la gracia que se quiera alcanzar en esta novena.

Cuarto día
¡Oh misericordiosa Abogada y refugio de los pecadores
¡Mucho he ofendido a Dios. En vuestras manos pongo mi salvación
eterna. ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Haced que no vuelva ya
a tener la inmensa desgracia de corresponder con vil ingratitud
a vuestros continuos favores. Alcanzadme de vuestro Hijo la gracia
de una conversión sincera, para que en adelante le ame con todo
mi corazón.

Medítese y pídase con 9 Avemarías la gracia que se quiera alcanzar en esta novena.

Quinto día
¡Oh María! Si he tenido la desgracia de pecar, yo mismo he sido
el autor de esta desgracia. ¡Ah! Si yo os hubiera invocado, vos
hubierais acudido en mi socorro y yo no hubiera caído. Haced,
Madre mía, que en la hora del peligro me acuerde de vos y os invoque
diciendo: ¡Madre mía, socorredme! Así saldré con la victoria.

Medítese y pídase con 9 Avemarías la gracia que se quiera alcanzar en esta novena.

Sexto día
¡Oh María, Madre y Señora nuestra del Perpetuo Socorro!
¿Cómo quejarme de mis trabajos, cuando considero vuestros acerbos
dolores? Vos sois verdadera Madre de Dios, y vuestra vida fue vida
de dolor y sufrimiento: quiero, pues, aceptar con resignación,
al menos, todas las penas que Dios me envíe. Alcanzadme, Madre
mía, la gracia de no quejarme nunca en mis trabajos.

Medítese y pídase con 9 Avemarías la gracia que se quiera alcanzar en esta novena.

Séptimo día
Oración. ¡Oh María! cuando pienso en las angustias de mi última hora
tiemblo y me siento lleno de confusión. No me abandonéis, Madre mía,
en tan críticos momentos: con-cededme la gracia de que os invoque
entonces con mas fervor que nunca, a fin de expirar con vuestro
dulcísimo nombre y el de vuestro Santísimo Hijo en los labios.

Medítese y pídase con 9 Avemarías la gracia que se quiera alcanzar en esta novena.

Octavo día
Oh María! ¡Cuantos pecados he cometido en todo el curso de mi vida,
y cuan escasa ha sido mi penitencia! ¡Oh cuan largo y cuan terrible
habrá de ser para mi el Purgatorio, si vos no me otorgáis vuestro
auxilio! En vos pongo toda mi confianza. ¡Oh Virgen del Perpetuo
Socorro! postrado a vuestros pies os suplico me obtengáis la gracia
de no caer ni aun en las mas leves faltas, y la de expiar todos mis
pecados en esta vida. Espero que no me negareis esta merced.

Medítese y pídase con 9 Avemarías la gracia que se quiera alcanzar en esta novena.

Noveno día
¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Yo os consagro mi cuerpo con todos
sus sentidos, y mi alma con sus potencias. De aquí en adelante quiero
serviros con fervor, invocaros sin cesar y trabajar por ganar corazones
que os amen. ¡Oh Madre mía! Haced que no pase día alguno de mi
vida sin que os invoque con amor filial.

Medítese y pídase con 9 Avemarías la gracia que se quiera alcanzar en esta novena.

http://mipagina.cantv.net/jandarcia/vmilagrosa/14.htm